Trazadores activables
Son
compuestos estables que se añaden al sistema y que luego son transformados en
radiactivos por “irradiación” en
instalaciones nucleares destinadas con estos fines. Pueden ser físicos, sí se
emplea un elemento ausente en el sistema y que presente características
nucleares adecuadas para que sea “activable” fácilmente; y químicos, sí se
activan selectivamente uno o varios de los elementos presentes en el material a
“marcar”. En algunos casos, ésta es la única forma de marcar químicamente un
material, debido a que por su naturaleza (materiales muy complejos de difícil
acceso a la fase donde se encuentra el elemento de interés o desconocimiento de
la forma química en que se encuentra, etc.), es imposible llevar a cabo esta
operación por la vía convencional (añadiendo el trazador).
Los
principales inconvenientes de su uso son: que no siempre le es asequible al
investigador una instalación como un reactor nuclear para llevar a cabo esta
operación, y que en ocasiones no es posible garantizar la “pureza” del
radiotrazador, por reacciones nucleares colaterales durante la activación, que
provoca la aparición de radionúclidos indeseables.
Trazadores radiactivos
Dada la gran universalidad antes señalada y debido
a la propiedad relacionada con la desintegración, los trazadores radiactivos
son prácticamente los únicos que cumplen a cabalidad los requerimientos
anteriormente señalados. Pueden ser físicos (para marcar una determinada fase
del sistema) o químicos (sí obviamos por el momento los efectos isotópicos, un
isótopo radiactivo posee idénticas propiedades químicas que los otros isótopos
del mismo elemento).
Su
detección a bajas concentraciones se realiza de forma relativamente fácil
debido a la alta sensibilidad de los equipos de medición. Radioisótopos de T½
< 100 días pueden ser detectados en cantidades tan pequeñas del orden de los
10-16 a 10-17 g. Por otra parte, la misma naturaleza de la propiedad distintiva
de desintegrarse, emitiendo radiaciones, hace que la detección pueda realizarse
de forma inequívoca, incluso en
presencia de otro isótopo radiactivo en el sistema; el isótopo
radiactivo de interés puede ser detectado empleando la espectroscopia nuclear o
la discriminación por el periodo de semidesintegración. En cuanto al
cumplimiento del cuarto requisito, la alta sensibilidad de detección permite la
introducción de cantidades tan insignificantes, que prácticamente no perturban
al sistema en la inyección, y si a esto se suma el hecho que cuando se emplean emisores gamma, la
detección puede realizarse “in situ” a través de las paredes de los equipos,
eliminando el muestreo, se reducen aún más las posibles perturbaciones en el
sistema. Por último, y como casi siempre sucede, cuando se emplean isótopos
radiactivos de cortos periodos de semidesintegración, se minimizan los riesgos
radiológicos, por cuanto transcurrido cierto tiempo, después de haber
finalizada la prueba, tiene lugar la “desactivación natural” del material sin que
se queden prácticamente rastros del trazador añadido.
Trazadores estables
Son
generalmente colorantes o sales químicas que no se encuentran en el sistema
(trazador físico) o isótopos estables del elemento en estudio (trazador
químico). Los primeros presentan el inconveniente de que no siempre cumplen con
el tercer requisito, ya que los métodos convencionales de detección tales como
el color, el índice de refracción, la conductividad, etc., pueden estar
afectados por la interferencia que provoca la presencia de otros materiales en
el sistema, y los segundos confrontan la dificultad de que, los métodos de
espectrometría de masas que se requieren
para su detección a bajas concentraciones (segundo requisito), son engorrosos,
relativamente caros y difíciles de implementar.
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